Wednesday, December 12, 2007

En la noche terrible, sustancia natural...

SIN TÍTULO
de Álvaro de Campos

En la noche terrible, sustancia natural de todas las noches,
En la noche de insomnio, sustancia natural de todas mis noches,
Recuerdo, velando en incómoda modorra,
Recuerdo lo que hice, lo que podía haber hecho en la vida.
Recuerdo, y una angustia
Se esparce en mí como un frío del cuerpo o un miedo.
Lo irreparable de mi pasado -ése es el cadáver-
Todos los otros cadáveres puede ser que sean ilusión.
Todos los muertos puede ser que estén vivos en otra parte.
Todos mis propios momentos pasados puede ser que existan en algún lugar,
En la ilusión del espacio y el tiempo,
En la falsedad del transcurrir.

Pero lo que no fui, lo que no hice, lo que ni siquiera soñé;
Lo que sólo ahora veo que debería haber hecho,
Lo que sólo ahora claramente veo que debería haber sido-
Eso es lo que está muerto más allá de todos los dioses,
Eso -y al final fue lo mejor de mí- es lo que ni los dioses, hacen vivir...

Si en cierta ocasión
Hubiera volteado a la izquierda en lugar de a la derecha;
Si en cierto momento
Hubiera dicho sí en vez de no, o no en vez de sí;
Si en cierta conversación
Hubiera tenido las frases que sólo ahora, en el entresueño, elaboro -
Si todo eso hubiera sido así,
Sería otro hoy, y tal vez el universo entero
Sería insensiblemente llevado a ser otro también.

Pero no cambié hacia el lado irreparablemente perdido,
No cambié ni pensé en cambiar, y sólo ahora lo percibo;
Pero no dije no o no dije sí, y sólo ahora veo lo que no dije;

Pero las frases que faltó decir en ese momento todas me surgen,
Claras, inevitables, naturales,
La conversación cerrada concluyentemente,
El asunto resuelto...
Pero sólo ahora lo que nunca fue, ni será, me duele.

Lo que fallé de veras no tiene ninguna esperanza
En ningún sistema metafísico.
Quizá pueda llevar a otro mundo lo que soñé,
¿Pero podré llevar a otro mundo lo que me olvidé de soñar?
Eso sí, los sueños por haber, son el cadáver.
Lo entierro en mi corazón para siempre, para todo el tiempo, para todos los universos,
En esta noche que no duermo, y el sosiego me cerca
como una verdad que no comparto,
Y allá afuera el claro de luna, como la esperanza que no
Tengo, es invisible para mí.

Saturday, December 08, 2007

Fernando Pessoa, el hombre multitudinario

Fernando Pessoa, el hombre multitudinario

La obra de Fernando Pessoa inicia desde la infancia y marcará un largo curso de más de cuarenta años, que incluyen tres lenguas y más de treinta autores. Las lenguas son el francés, inglés y por supuesto, el portugués; los autores, una dilatada lista que cada día aumenta con nuevos y estremecedores materiales. De esta relación de autores con al menos un texto en referencia han surgido las divisiones que, en parte, el propio Pessoa designó: heterónimos, semi-heterónimos, sub-heterónimos, pseudónimos y el ortónimo. Reconoce el poeta como heterónimos a aquellas personalidades demarcadas por una visión particular de la vida, un estilo literario propio y una historia de vida independiente. Los semi-heterónimos son personalidades que no siendo exactamente él mismo, son, por así decirlo, mutilaciones o imágenes fragmentarias de su propio espíritu. Los sub-heterónimos, serían aquellos de los cuales apenas se dejó constancia de sus particulares formas de vida y obras. Los pseudónimos o falsos nombres, son aquellos que no conservan una identidad propia, y terminan cobijados en la propia personalidad del poeta. El ortónimo o nombre correcto, es el autor que con su propio nombre, Fernando Pessoa, firma y redacta una obra en particular.

En la muy famosa carta a Adolfo Casais Monteiro de la revista Presença, publicada en Coimbra por la generación siguiente, entre quienes se encontraban el reconocido biógrafo de Pessoa, João Gaspar Simões y el formidable poeta José Regio, el ortónimo da cuenta de la génesis de sus llamados heterónimos: Desde niño tuve la tendencia de crear en torno mío un mundo ficticio, allegarme de amigos y conocidos que nunca existieron. (No sé, con claridad, si realmente no existieron o soy yo el que no existe. En estas cosas, como en todas, no debemos ser dogmáticos.) Desde que me conozco como siendo aquello a lo que llamo yo, me acuerdo de crear mentalmente, en apariencia, movimientos, carácter e historia, varias figuras irreales que eran para mí tan visibles y mías como las cosas a las que llamamos, por ventura abusivamente, la vida real. (...) Me acuerdo, así, del que parece haber sido mi primer heterónimo, o antes bien, mi primer conocido inexistente, un cierto Chevalier de Pas de mis seis años, de quien escribía cartas dirigidas a mi mismo, y cuya apariencia, no enteramente vaga, aún fascina aquella parte de mis afectos que linda con la saudade.Son tres los autores más reconocidos de la obra pessoana, Alberto Caeiro, maestro de los otros dos, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. En estos tres poetas y el narrador Bernardo Soares, es donde Fernando Pessoa, pone un mayor empeño a su trabajo, la obra de cada uno de ellos fue construyéndose a través de los años; el primero, Ricardo Reis, del cual no conocía su nombre y posteriormente, Alberto Caeiro que será el detonador de esta obra maravillosa, extendiéndola a sus discípulos, el propio Reis, ahora ya con un nombre y una figura precisa y por oposición, ese torbellino que se llamó Álvaro de Campos. Así cuenta a Casais Monteiro las características físicas de cada uno de los tres poetas: Veo delante de mí, en el espacio incoloro pero real del sueño, las caras, los gestos de Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. Les construí las edades y las vidas. Ricardo Reis nació en 1887 (No me acuerdo del día y del mes, pero los tengo por ahí), en Oporto, es médico y reside actualmente en Brasil. Alberto Caeiro nació en 1889 y murió en 1915; nació en Lisboa, pero vivió casi toda su vida en el campo. No tuvo profesión, ni educación casi alguna. Álvaro de Campos nació en Tavira, el dia 15 de 0ctubre de 1890 ( A las cinco de la tarde, dice Ferreira Gomes y es verdad, pues, hecho el horóscopo para esa hora, está muy bien). Este, como se sabe, es ingeniero naval (Por Glasgow), pero ahora se encuentra en Lisboa, retirado. Caeiro era de estatura media, y, aunque realmente frágil (Murió tuberculoso), no parecía tan frágil como era. Ricardo Reis es un poco, pero muy poco, más bajo, más fuerte, más seco. Álvaro de Campos es alto (1,75 de estatura, 2 cm más que yo), delgado y un poco tendiente a encorvarse. Bien afeitados todos, Caeiro rubio sin color, ojos azules; Reis de un vago moreno mate; Campos entre blanco y moreno, tipo vagamente de judío portugués, cabello sin embargo, lacio y de raya al lado, monóculo. Caeiro, como dije, no tuvo mas educación que la primaria; se le murieron muy pronto sus padres y se quedó en casa viviendo de unas pequeñas rentas.Vivía con una vieja tía, tía abuela. Ricardo Reis, educado en un colegio de jesuítas, es, como dije, médico; vive en Brasil desde 1919, pues se exilió espontaneamente por ser monárquico. Es un latinista por educación ajena, y un semi-helenista por educación propia. Álvaro de Campos tuvo una educación vulgar de liceo; después fue mandado a Escocia a estudiar ingeniería, primero mecánica y después naval. En unas vacaciones viajó por Oriente de donde resultó el Opiario. Le enseñó latín un tío que era cura.
Serán estos tres poetas quienes conformen el movimiento de vanguardia llamado Sensacionismo, fundado en la exploración sistemática de las sensaciones humanas. Ya el propio Pessoa ensayó una Teoría del Sensacionismo, donde establece sus principios generales: Sentir es comprender. Pensar es equivocarse. Comprender lo que otra persona piensa, es estar en desacuerdo con ella. Comprender lo que otra persona siente, es ser ella. Ser otra persona es de una gran utilidad metafísica. Dios es toda la gente. El Movimiento Sensacionista nace en la época de mayor actividad creativa en torno a la revista Orpheu, Álvaro de Campos y aún António Mora consideran a Mario de Sa Carneiro como uno de sus participantes, también existen materiales del pintor José de Almada Negreiros firmados al amparo del movimiento, y por supuesto, el ortónimo es considerado uno de sus precursores; sin embargo en una nota de 1916 este último nos dice: Si la evaluación de los movimientos literarios se debe hacer por lo que traen de nuevo, no se puede poner en duda que el Movimiento Sensacionista Portugués es el más importante de la actualidad. Es tan pequeño en adherentes como grande en belleza y vida. Tiene sólo tres poetas y un precursor inconsciente. Lo esbozó sin querer, Cesario Verde. Lo fundó Alberto Caeiro, el maestro glorioso. Lo volvió, lógicamente, neoclásico el Doctor Ricardo Reis. Lo modernizó hasta el paroxismo, es verdad que descreyendo de él y desvirtuándolo, el extraño e intenso poeta que es Álvaro de Campos. Estos cuatro, estos tres nombres son todo el movimiento. Pero estos tres nombres valen por toda una época literaria. (...) Cada uno de estos poetas es supremo en su género.

Existe una segunda esfera de autores que generaron textos de gran importancia, o por lo menos proyectaron una obra de grandes alcances y a los que el poeta ha llamado semi-heterónimos. Bernardo Soares y Vicente Guedes autores del Livro do Desassossego y el Barão de Teive, autor de A Educação do Estoico, obra recientemente publicada en Lisboa por Assirio & Alvim, de quienes el poeta se expresaba así: El auxiliar contable Bernardo Soares y el Barão de Teive- ambas personalidades son míamente ajenas- escriben con la misma sustancia de estilo, la misma gramática y el mismo tipo y forma de propiedad: es que escriben con el estilo que, bueno o malo, es el mío. Y de Bernardo Soares agrega: Soy yo menos el raciocinio y la afectividad. De Vicente Guedes queda registro en índices provisionales del Livro do desassossego preparados por Pessoa antes de 1920 y a quien Teresa Rita Lopes le atribuye diversos textos, entre otros el Diario Lúcido; Coelho Pacheco quien escribió Para Além Doutro Oceano, poema destinado al número tres de Orpheu y que no llega a publicarse, del cual sin embargo se conservan las pruebas de imprenta y es publicado integramente por la editorial Ática, encargada de la edición de las obras completas de Fernando Pessoa; Alexander Search, quien escribirá poemas en inglés en la última etapa de Durban en Africa del Sur y en la adolescencia lisboeta, autor del libro The Portuguese Regicide and the Political Situation in Portugal; Jean Seul de Meleuret, poeta francés, autor de libros satíricos, entre otros, Memoirs des Souteneurs; António Mora, filósofo del Neopaganismo, cuya obra se titula Alberto Caeiro e a Renovação do Paganismo; Raphael Baldaya autor de tratados sobre astrología, misticismo e historia de las religiones; los hermanos menores de Search y Reis, Charles James y Frederico, el primero traductor de la poesía clásica portuguesa y el segundo con un prefacio a la obra de su hermano; Charles Robert Anon, filósofo, autor de un diario de 1906; Thomas Crosse, divulgador en Inglaterra de la grandeza de Portugal; A. A. Cross, autor de epigramas y concurrente en los premios de crucigramas en Inglaterra; el narrador portugués Pêro Botelho, autor de un libro de cuentos, de los cuales el más conocido es O Vencedor do Tempo; el Doctor Pancracio, autor del poema Quando ela passa, que escribe a los catorce años, entristecido por la muerte de su hermana; el autor del Primeiro Fausto, del cual no sabemos su nombre; Maria José, la jorobada que escribe la carta al cerrajero. Entre sus objetos personales se han encontrado tarjetas de presentación con el nombre de Alexander Search, hojas membretadas de Charles Robert Anon, correspondencia firmada por algunas de estas personalidades, correspondencia recibida a nombre de algunos de ellos, registro de firmas, índices de obras, fichas biobibliográficas, horóscopos y notas diversas escritas en diferentes idiomas. Presumir que su obra literaria corresponde a un plan general de creación desarrollado pacientemente a través de las décadas, es tan atrevido como afirmar que estas personalidades no existieron de algún modo en la vida real.

Por último, aparecen una serie de autores a los que se ha dado llamar pseudónimos, lo cual contradice esta nota preparada por Pessoa para la revista Presença en 1928: Lo que Fernando Pessoa escribe pertenece a dos categorías, a las que podremos llamar ortónimas y heterónimas. No se podrá decir que son anónimas o pseudónimas, porque en verdad no lo son. La obra pseudónima es la del autor en su propia persona, salvo en el nombre que lo firma, la heterónima es la del autor fuera de su persona, es la de una individualidad completa fabricada por él, como serían los parlamentos de cualquier drama suyo. Las obras heterónimas de Fernando Pessoa son escritas por, hasta ahora, tres nombres de personas: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. (...) El resto, ortónimo o heterónimo, o no tiene interés, o no fue mas que algo pasajero, o está por perfeccionarse o redefinirse, o son pequeñas composiciones, en prosa o en verso, que sería difícil recordar y tedioso enumerar después de recordarlas.
A este grupo pertenecen, las composiciones de los colaboradores de la revista O Palrador, preparada por Pessoa en la juventud sudafricana, en una de sus libretas escolares, donde cada uno de los textos aparece con el nombre de un autor diferente, entre los que destacan: Os rapazes de Barrowby de Adolph Moscow; A Riqueza de um Doido de Marvel Kish; Em Dias de Perigo de Gabriel Keene y A Luta Aerea de Sableton-Kay. O Palrador es el primer ensayo de lo que después constituirá el corpus de la obra pessoana, en ella encontraremos diversos nombres con estilos definidos y aún las ilustraciones y el directorio de la revista son parte del juego: Pedro de Silva Salles es el director literario; Alberto Rey da Costa, el director artístico; José Rodrigues do Valle, el redactor; Luis António Congo, Secretario de Redacción y Benjamin Vistelley Cymbra, el administrador. Seguramente en este acercamiento quedarán muchos otros nombres dispersos, sin hablar de aquellos que aún no han sido descubiertos o suficientemente estudiados, pienso ahora en H.M.F. Lecher, Pantaleão o David Merrick.

El orden de los trabajos para la publicación de sus obras, en una primera etapa, estuvo a cargo de Luis de Montalvor, primer director de Orpheu y João Gaspar Simões de la revista Presença, quien después escribiría una biografía con traducción al español por Francisco Cervantes para el Fondo de Cultura Económica. Será hasta después de siete años de la muerte del poeta, que se inicia el trabajo de recuperación de sus archivos el cual consta de mas de veintisiete mil documentos y que Pessoa guardaba en un baúl; a partir de esa fecha se publicaron más de veinte libros de prosa y verso y se prepararon ediciones comentadas y ordenadas por las generaciones de estudiosos que van desde la publicación del primer volumen en 1942 hasta la aparición del Livro do Desassossego en 1982; cuarenta años de sorpresas y de confusiones donde con cada edición se fue resolviendo el orden y la justa interpretación de cada uno de los textos manuscritos y mecanografiados, muchos de ellos, la mayoría, sin una revisión definitiva por parte de Pessoa y aún más, algunos inconclusos, con apenas fragmentos inconexos. Grandes discusiones se han generado en todo el mundo, en torno al orden exacto de los textos, las atribución errónea o la interpretación caligráfica; en este último campo el trabajo de Teresa Rita Lopes ha sido fundamental para la depuración de las ediciones antiguas, ella ha marcado la confusión que siempre provocaron las abreviaturas A. C. y A. de C. o la atribución a Álvaro de Campos de un poema que precisamente se llama Clearly Non Campos, sin hablar de su defensa del poema A Passagem das Horas, el cual fue reescrito por un grupo de investigadores, sin ninguna argumentación válida como para corregir al poeta, Teresa Rita Lopes, dice, y dice bien, que si el poeta dejó inconcluso el poema, así debe permanecer.

Los autores que mejor representan este, por él llamado, Drama em Gente, son sin duda Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, las diferencias de estilos, temáticas y convicciones, hacen un tejido de singular colorido, donde serán las sensaciones el vehículo catalizador, como la única posibilidad real de percepción del mundo; el ortónimo ha reflexionado con agudeza y sinceridad al respecto: Puse en Caeiro todo mi poder de despersonalización dramática, puse en Ricardo Reis toda mi disciplina mental, vestida de la música que le es propia, puse en Álvaro de Campos toda la emoción que no me doy ni a mi mismo ni a la vida.
El verso del ortónimo es el más tradicional, casi siempre ajustado al metro y la rima, dos libros completos, Mensagem y Quadras ao Gusto Popular, son el mejor ejemplo de esta distinción. Caeiro escribe un verso libre de justa entonación donde cada línea completa el pensamiento, sin acudir a la rima (não me entendo com as rimas) escribe la prosa de seus versos como si en ella se diera un florecimiento de ideas y sensaciones. Reis, es un poeta clásico, mantiene una sintaxis compleja y sus odas se ajustan a un metro implacable y en muchas ocasiones a la rima, para él, el pensamiento tiene ya su propia música si es claro y profundo. Para Álvaro de Campos, el verso es un sonido artificial que produce en el que lee un estado hipnótico.

Hay entre los textos conservados en los archivos, un material al que Pessoa llama Discussão em Família, del cual se pueden extraer fragmentos de lo que cada uno pensaba de la poesía propia y la de los otros, así Fernando Pessoa comenta: Caeiro escribía mal el portugués, Campos razonablemente, pero con lapsus como decir yo propio, en lugar de decir yo mismo, etc. Reis mejor que yo, pero con un purismo que considero exagerado. Para Reis la poesía de Álvaro de Campos, es un desbordamiento de las emociones: La idea, al servirse de la emoción para expresarse en palabras enmarca y define esa emoción, y el ritmo o la rima, o la estrofa son la proyección de ese marco, la afirmación de la idea a través de una emoción, que, si la idea no la enmarcase, se desbordaría y perdería la propia capacidad de expresión. Es lo que en mi entender sucede en los poemas de Álvaro de Campos. Son un desbordamiento de la emoción. Mientras que para Campos, la poesía de Reis está limitada por su propia virtud, el uso clásico de la expresión es, para Campos, la camisa de fuerza que impide a Reis ser un poeta completo: No censuro a Reis más de lo que a cualquier otro poeta. Lo aprecio realmente, y para decir la verdad, por encima de muchos, de muchísimos. Su inspiración es estrecha y densa, su pensamiento compactamente sobrio, su emoción real, si bien demasiado inclinada hacia el punto cardinal llamado Ricardo Reis. De la poesía de Fernando Pessoa comenta: Fijar un estado del alma aunque no lo sea, en versos que lo traduzcan impersonalmente; describir las emociones que no se sintieron con la misma emoción con que se sintieron- es este el privilegio de los que son poetas porque, si no lo fuesen, nadie les creería. Hay poetas que hacen esto concientemente, como Fernando Pessoa. Hay poetas que hacen esto inconscientemente, como Fernando Pessoa. Soy muy amigo de Fernando Pessoa como para hablar bien de él sin sentirme mal: la verdad es una de las peores hipocresías a las que la amistad obliga.
Una distinción de estilo, es la de la extensión de sus poemas, casi todos escriben ordinariamente textos pequeños, en el ortónimo tenemos el Antinous escrito en inglés, en Caeiro el fragmento numero VIII de O Guardador de Rebanhos, Reis sólo tiene la Oda do Xadrez y sus composiciones por lo general apenas alcanzan los diez versos. Álvaro de Campos es el ejemplo más notable de expresión desatada, su Oda Marítima alcanza los casi mil versos y A Passagem das Horas debe estar cerca de los quinientos. En cuanto a los temas, el ortónimo escribe en busca de respuestas para un destino superior, la vía dolorosa del conocimiento oculto, el sufrimiento como vehículo espiritual para alcanzar la trascendencia de su alma, la tendencia al desarrollo de una personalidad mística. En Caeiro, el poeta de la naturaleza, se niega todo misterio, se abomina de toda metafísica, el mundo es aquello que se percibe por los sentidos y todo pensamiento pervierte la dimensión real de las cosas, pensar es una enfermedad espiritual y su más degradante síntoma es la metafísica. Reis es un espíritu griego a quien por desgracia le ha tocado vivir en el Portugal de principios del siglo XX, para él no hay mayor desconsuelo que vivir exiliado de su fe y estar sujeto a las bárbaras formas del modelo cristiano, para él los dioses griegos son los verdaderos y está de acuerdo con Caeiro, al decir que Jesús es el dios que faltaba, pero sólo uno de ellos. Álvaro de Campos es un indisciplinador de almas, un subvertidor del orden, lo que hay de falso en todos los valores, es denunciado en su poesía, el orden religioso, moral, social, sexual y artístico de su tiempo pasan por la maquinaria demoledora de su crítica, asumiéndose como un artista moderno que descree ferozmente de los valores humanitarios.

Fernando Pessoa, en más de una ocasión, manifestó su desacuerdo con las posiciones religiosas morales y estéticas de sus heterónimos, dice que él nunca hubiera escrito el fragmento número VIII de O Guardador de rebanhos, donde una manera terrible, Caeiro se burla de la Sagrada Familia presentando al Padre como un viejo estúpido y enfermo, que se la pasa escupiendo en el piso, que la Virgen María no era una mujer, si no una maleta en la que habían enviado a Jesús al mundo y el Espíritu Santo era una paloma fea que se la llevaba cagando las sillas. Al respecto encontramos estas líneas: Escribí con sobresalto y repugnancia el poema octavo de O Guardador de Rebanhos, con su blasfemia infantil y su antiespirutalismo absoluto. En mi persona propia y aparentemente real, con la que vivo social y objetivamente, ni utilizo la blasfemia, ni soy antiespiritualista. Su filiación iniciática a la Francmasoneria y a la Orden Rosacruz, le impiden compartir con Reis, la idea de que los verdaderos dioses son aquellos de la Grecia antigua, porque él está seguro de que el alma trasciende hacia estadíos superiores y Reis cree que la muerte es el curso inevitable para alcanzar el olvido. Con Álvaro de Campos, al único que conoce personalmente de estos tres, lo unen el interés por las vanguardias espirituales y estéticas, el ejercicio crítico de los valores éticos en el Portugal de esa época y lo separan, su incivil costumbre de escandalizar a la menor provocación, y aún sin provocación alguna, su afición a las drogas y al homosexualismo, según refiere en una nota: Álvaro de Campos (...) produjo diversas composiciones, en general de índole escandalosa e irritante, sobre todo para Fernando Pessoa, que en todo caso no tiene más remedio que hacerlas y publicarlas, por más que esté en desacuerdo con ellas.
Álvaro de Campos, en su poema A Passagem das Horas, deja manifiesto el deseo más alto de la obra pessoana: ser todos los hombres.

Me multipliqué, para sentirme,
Para sentirme, necesité sentirlo todo,
Me desbordé, no hice si no extralimitarme,
Me desnudé, y me entregué
Y hay en cada rincón de mi alma un altar a un dios diferente.


Leer a Pessoa es estar frente a la obra más inquietante de cuantas fueron escritas en el siglo XX, es el poeta, son los poetas y narradores, que fijaron la conciencia moderna en un mundo estremecido por la tecnología y la soledad en la multitud, ellos echaron abajo el edificio crítico del pensamiento romántico, para ingresar en un mundo donde los antiguos valores fueron discutidos a la luz de un nuevo orden político, económico y espiritual, y donde la religión ocupó un lugar marginal en la historia. Pessoa y sus autores, son ellos solos, una generación que pone en entredicho una escala de valores ya obsoleta, abre nuevas posibilidades en el ejercicio del pensamiento crítico y ensaya una manera nueva de enfrentar el hecho estético. Desde ese momento, el solitario hombre del siglo XX, no estará más solo, se acompañará de sus pensamientos, que también pueden ser, entre muchas otras cosas, personas tan reales como el que los piensa y aún más reales, como sin duda ocurrió con este modesto corresponsal extranjero en casas comerciales, cuya vida y obra fue desbordada por sensaciones que nunca sintió, por pensamientos que no fueron suyos, por recuerdos de otros que lo hacían conmoverse hasta las lágrimas.


© Mario Bojórquez
Traducción de fragmentos en cursiva del portugués ©Mario Bojórquez






Bibliografía Básica

Poesias de Álvaro de Campos, introdução , organizacão e biobliografía de António Quadros, Publicações Europa-América, Lisboa, Portugal 1990

Poemas de Alberto caeiro, introducão, organizacão e biobliografia de António Quadros
Publiucações Europa-América, Lisboa , Portugal 1995

Odes de Ricardo Reis, introdução, organização e biobliografia de António Quadros
Publicações Europa -América, Lisboa, Portugal 1994

Mensagem e outros poemas afins, introdução, organização e biobliografia de António Quadros
Publicações Europa-América, Lisboa Portugal 1994

Escritos íntimos, cartas e páginas autobiograficas, Obra em prosa de Fernando Pessoa
Publicações Europa-América Lisboa, Portugal 1986

Ficção e Teatro, Obra em prosa de Fernando Pessoa
Publicações Europa-América Lisboa, Portugal 1986

Páginas sobre literatura e estética, Obra em prosa de Fernando Pessoa
Publicações Europa-América Lisboa, Portugal 1994

Textos de intervenção social e cultural- A ficção dos heterónimos,
Obra em prosa de Fernando Pessoa
Publicações Europa-América Lisboa, Portugal 1986

Obra poetica de Fernando Pessoa, volumes I, II e III, organização de Antonio Quadros
Publicações Europa-América Lisboa, Portugal 1994

Livro do Desassossego por Bernardo Soares, Obra em Prosa de Fernando Pessoa
Publicações Europa-América Lisboa, Portugal 1995

Tabaquería



TABAQUERÍA
Álvaro de Campos


No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe cuál es
(Y si supieran cuál es, ¿qué sabrían?)
Das al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
A una calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real; imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y de los seres,
Con la muerte poniendo humedad en las paredes y canas en los hombres.
Con el destino conduciendo la carroza de todo por el camino de nada.

Estoy ahora vencido, como si supiera la verdad.
Estoy ahora lúcido, como si estuviera para morirme,
Y no tuviera más hermandad con las cosas
Sino una despedida, como si se volviera esta casa y este lado de la calle.
La hilera de vagones de un tren, y una partida pitada
Desde adentro de mi cabeza,
Y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos en la ida.

Estoy ahora perplejo como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy ahora dividido entre la lealtad que debo
A la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fallé en todo.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuera nada.
El aprendizaje que me dieron
Lo tiré por la puerta trasera de mi casa.
Fui hasta el campo con grandes propósitos.
Pero allá encontré sólo hierbas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Salgo de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo,
Y la historia no marcará, ¿quién sabe?, ninguno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?

No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas-
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,
Y quién sabe si realizables,
Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.

He soñado más que lo que Napoleón hizo.
He apretado al pecho hipotético más humanidades que Cristo,
Tengo hechas filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abrieran la puerta al pie de una pared sin puerta,
Y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derramé la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que halla el cabello,
Y el resto que venga si viniera, o tuviera que venir, o no venga.
Esclavos cardiacos de las estrellas,
Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
Pero despertamos y él es opaco,
Nos levantamos y él es ajeno,
Salimos de la casa y él es la tierra entera
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(Come chocolates, pequeña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo sino chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Pudiera comer chocolates con la misma verdad con que comes!
Pero yo pienso, y al jalar del papel de plata, que es de hojas de estaño,
Tiro todo por el suelo, como he tirado la vida.)

Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico Partido para lo Imposible.
Pero al menos consagro en mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos en el gesto largo con que tiro
La ropa sucia que soy, sin rol, para el decurso de las cosas,
Y quedo en casa sin camisa.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
O Diosa Griega, concebida como estátua que fuera viva,
O Patricia Romana, imposiblemente noble y nefasta,
O Princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
O Marquesa de siglo dieciocho, escotada y lejana,
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O no sé qué moderno- no concibo bien qué-,
Todo eso, sea lo que fuera, que seas, si puede inspirar ¡Qué inspire!
Mi corazón es un balde vacío.
Cómo los que invocan espíritus invocan espíritus me invoco
A mí mismo y no encuentro nada.
Llego a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los carros que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me pesa como una condena al destierro,
Y todo esto es extranjero como todo.)

Viví, estudié, amé y hasta creí,
Y hoy no hay mendigo que no envidie sólo por no ser yo.
Miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste,
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como una lagartija a quien le cortan la cola
Y sigue siendo cola más allá de la lagartija, agitadamente.

Hice de mí lo que no supe,
Y lo que podía hacer de mí no lo hice,
El traje que vestí estaba equivocado.
Me conocieron luego por quien no era y no lo desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancar la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arranqué me ví al espejo,
Ya había envejecido,
Estaba borracho, ya no sabía vestir el traje que no me había quitado.
Dejé la máscara y dormí en el vestíbulo
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién me diera encontrarte como cosa que yo hiciera,
Y no quedara siempre enfrente la tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete en el que un borracho tropieza
O una alfombra que los gitanos robaron y no valía nada.

Pero el dueño de la tabaquería llegó a la puerta y se quedó allí.
Lo miró con la incomodidad de la cabeza mal volteada
Y con la incomodidad del alma mal entendiendo.
El morirá y yo moriré.
El dejara el letrero, yo dejaré versos.
En algún momento morirá el letrero y los versos también,
Después morirá la calle donde estuvo el letrero
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto se dió.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de cosas como letreros,

Siempre una cosa enfrente de otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.

Pero un hombre entró en la tabaquería (¿para comprar tabaco?)
Y la realidad pausible cayó de repente encima de mí.
Me incorporo enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en que digo lo contrario.

Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
Y gozo, en un momento sensitivo y competente,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar enfadado.

Después me echo para atrás en la silla
y continuo fumando.
En cuanto el destino me lo conceda continuaré fumando.

(Si me casara con la hija de mi lavandera
tal vez fuera feliz).
Visto esto, me levanto de la silla. Voy a la ventana.

El hombre salió de la tabaquería (¿metiendo el cambio en el bolsillo del pantalón?).
Ah, lo conozco; es el Esteves sin metafísica.
(El dueño de la tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino el Esteves se volteó y me vio.
Me dijo adiós con un gesto, le grité ¡Adiós oh Esteves! y el universo
Se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el dueño de la tabaquería sonrió.


Lisboa, 15 de enero de 1928

Carta da corcunda ao serralheiro


Carta da Corcunda ao Serralheiro/ Carta de la jorobada al cerrajero
por Maria Jose

Usted nunca verá esta carta, ni yo la volveré a ver porque estoy tuberculosa, pero quiero escribirle aunque no lo sepa, porque si no le escribo me ahogo.

Usted no me conoce, o sea, me conoce pero no muy bien. Me ha visto en la ventana cuando pasa al taller y yo lo miro, porque lo espero al llegar, y hasta me sé la hora en que llega. Debe haber pensado siempre en la jorobada del primer piso de la casa amarilla, pero yo no pienso más que en usted. Sé que usted tiene una amante, que es aquella muchacha rubia alta y bonita: le tengo envidia pero no celos porque no tengo derecho a nada, ni siquiera a tener celos. Usted me gusta porque me gusta, y me apena no ser otra mujer, con otro cuerpo y otra hechura, y poder ir a la calle y hablarle aunque usted no me hiciera caso, pero me gustaría conocerlo aunque sea por platicar.

Usted es todo cuanto me ha sostenido en mi enfermedad y le estoy agradecida sin que lo sepa. Nunca podría tener a nadie a quien gustarle como se gustan las personas que tienen el cuerpo del cual puede gustarse, pero yo tengo el derecho de que alguien me guste aunque yo no le guste a nadie, y tambien tengo el derecho de llorar que a ninguno se le niega.

Me gustaba la idea de morir después de hablarle por primera vez pero nunca tendré el coraje ni la oportunidad de hablarle. Me habría gustado que supiera que me gustaba mucho, pero tengo miedo de que no le importara nada, y me entristece ya, saber que eso es absolutamente cierto antes de saber cualquier cosa, que mejor no voy a procurar saberlo.

Soy jorobada de nacimiento y siempre se rieron de mí. Dicen que todas las jorobadas son malas, pero yo nunca le deseé un mal a nadie. Además estoy enferma, y nunca tuve ánimo, por mi enfermedad, para hacer corajes. Tengo diecinueve años y no sé para que llegue a tener tanta edad, y enferma, y sin que nadie tuviera pena de mí a no ser porque soy jorobada, que es lo menos, porque es el alma la que duele, y no el cuerpo, pues la joroba no da dolor.

Hasta me gustaría saber cómo es su vida con su amiga, porque como es una vida que nunca podré tener - y ahora menos que ni vida tengo- me gustaría saberlo todo.

Discúlpeme escribirle tanto sin conocerlo, pero usted no va leer esto, y aunque lo leyera ni sabría que era con usted y de cualquier manera no le daría importancia,pero me gustaría que pensara que es triste ser jorobada y vivir siempre en la ventana, y tener madre y hermanas a quienes les gusta la gente sin que a nadie le guste yo, porque todo es natural y es la familia, y lo que faltaba es que ni eso hubiera para una muñeca con los huesos al revés como soy yo, como ya oí decir.

Un día que usted venía al taller y un gato se peleó con un perro aquí bajo la ventana, y todos estábamos viendo, usted se paró junto al Manuel de las Barbas, en la esquina del barbero, y después me miró en la ventana, y me vió reir y se rió conmigo, y esa fue la única vez que usted estuvo a solas conmigo, por así decir, que eso nunca podría yo esperar.

Cuantas veces, usted no se imagina, estuve a la espera de que hubiese cualquier otra cosa en la calle al momento que usted pasara y yo pudiera volverlo a ver otra vez y tal vez mirase hacia mí y yo pudiera mirar hacia usted y ver sus ojos directo a los míos.

Pero no consigo nada de lo que quiero, nací ya así, y hasta tengo que estar encima de un tapanco para alcanzar la ventana. Paso todo el día viendo ilustraciones y revistas de modas que le prestan a mi mamá, y estoy siempre pensando en otra cosa, tanto que cuando me preguntan cómo era aquella falda o quién estaba en la foto con la Reina de Inglaterra, me averguenzo de no saber, porque estuve viendo cosas que no pueden ser y que no puedo dejar que entren en mi cabeza y me den alegría para después, por encima de todo, tener ganas de llorar.

Después todos me disculpan, y creen que soy tonta, pero no retrasada, porque nadie cree eso, y yo al final no me apeno por la disculpa, porque así no tengo que explicar porque estaba distraída.

Aún me acuerdo de aquel día en que usted pasó por aquí camino del Domingo con el traje azul claro. No era azul claro, pero era una chaqueta muy clara para el azul oscuro que acostumbra traer. Usted estaba tan lindo que brillaba como el mismísimo día, que nunca tuve tanta envidia de la gente como aquella vez. Pero no tuve envidia de su amiga, a no ser que no se encontrara con ella sino con otra cualquiera, porque yo no pensé sino en usted, y fue por eso que envidié a toda la gente, lo cual no entiendo bien, pero es cierto y es la verdad.

No es por ser jorobada que estoy siempre en la ventana, pero es que además tengo una especie de reumatismo en las piernas y no me puedo mover, y así estoy como si fuera paralítica, lo cual es una lata para todos aquí en la casa y tener que soportarme y aceptarme, que no tiene idea. A veces me desespero y me dan ganas de tirarme de la ventana, pero se imagina cómo me vería al caer. Hasta el que me viera se reiría y la ventana es tan baja que no me moriría, sino que sería aún más fatigoso para los otros y ya me veo en la calle como una mona con las piernas al aire y la joroba saliéndome de la blusa y todos queriendo sentir pena por mí, pero en realidad estarían molestos y al mismo tiempo se reirían si acaso, porque la gente es como es y no como quisiera ser.

Y en fin, ¿por qué le estoy escribendo si no le voy a mandar esta carta? Usted que anda de un lado para otro no sabe lo que se siente no ser nadie. Yo estoy en la ventana todo el día y veo a la gente pasar de un lado a otro y tener un modo de vida y gozar y hablarle a ésta o aquélla y parece que soy una maceta con una planta marchita que se quedó aquí en la ventana por quitársela de encima.

Usted no se puede imaginar, porque es bonito y tiene salud, lo que es haber nacido bien y no ser nadie, y ver en los periódicos lo que las personas hacen y unos son ministros y andan de aquí para allá visitando toda la tierra y otros están en la vida social y se casan y tiene bautizos y estan enfermos y les hacen operaciones los mismos médicos y otros viajan a sus casas aquí y allá y otros roban y otros se quejan y otros cometen grandes crímenes y hay artículos firmados por otros y fotos y noticias con los nombres de las personas que van a comprar su ropa al extranjero y todo esto, usted no se imagina lo que es para un trapo para limpiar como yo, que se quedó en el barandal de la ventana con las señas redondas de los vasos como cuando la pintura está fresca por el agua.

Si usted supiera todo esto, sería capaz de vez en cuando de decirme adiós en la calle, y a mí me gustaría poder pedirle eso, porque usted no se imagina, que tal vez no viviera más, que es poco lo que tengo por vivir, pero yo estaría feliz allá a donde se va si usted me diera los buenos días por si acaso.

Margarita la costurera dice que hablaron una vez, que hablaron porque usted se metió con ella en la calle de aquí al lado y esa vez sí que sentí envidia de veras, se lo confieso porque no quiero mentirle, sentí envidia porque meterse alguien con nosotros, es ser mujer, y yo no soy mujer ni hombre, porque nadie mira que soy algo, a no ser una especie de gente que está aquí para llenar el vano de la ventana y aborreciéndome todo el que me ve, válgame Dios.

El Antonio (¡Es el mismo nombre que el suyo,pero que diferencia!) el Antonio del taller mecánico le dijo una vez a mi papá que toda la gente debe producir cualquier cosa, que sin eso no hay derecho a vivir, que quien no trabaja no come y no hay derecho de que haya alguien que no trabaje. Y yo pensé qué es lo que hago en el mundo, que no hago sino estar en la ventana con toda la gente moviéndose de un a lado a otro, sin ser paralítica y teniendo manera de encontrarse con las personas que les gustan. Así también yo podría producir lo que quisiera, lo que fuera necesario porque tendría gusto para hacerlo.

Adios señor Antonio, no tengo sino unos cuantos días de vida y escribo esta carta sólo para guardarla en el pecho como si fuera una carta que usted me hubiera escrito en vez de de que yo se la escribiera. Deseo que tenga todas las felicidades que pueda desear y que nunca sepa de mí para que no se ría porque yo sé que no puedo esperar más.

Lo amo con toda mi alma y con toda mi vida.

Ahí tiene, estoy llorando.