Saturday, January 07, 2012

Se cruzó en mi camino...




Se cruzó en mi camino, vino a mí, en una calle de la Baixa
Aquel hombre mal vestido, limosnero de profesión que se le ve en la cara,
Que simpatiza conmigo y yo simpatizo con él;
Y recíprocamente, en un gesto largo, transbordante, le dí cuanto tenía
(Excepto, naturalmente, lo que estaba en el bolsillo donde traigo más dinero:
No soy tonto, ni novelista ruso, aplicado,
Y romanticismo, sí, pero despacio...).

Siento una simpatía por toda esa gente,
Sobre todo cuando no merece simpatía.
Sí, también yo soy vago y limosnero,
Y lo soy también por mi culpa.
Ser vago y limosnero no es ser vago y limosnero:
Es estar al margen de la escala social,
Es no ser adaptable a las normas de la vida,
A las normas reales o sentimentales de la vida-
No ser Juez de lo Supremo, empleado cierto, prostituta,
No ser pobre probado, obrero explotado,
No ser enfermo de una enfermedad incurable,
No ser un sediento de justicia o capitán de caballería,
No ser, en fin,  aquellas personas sociales de los novelistas
Que se hartan de letras porque tienen razón para llorar lágrimas,
Y se rebelan contra la vida social porque tienen razón para sospechar.

¡No: todo menos tener razón!
¡Todo menos importarme la humanidad!
¡Todo menos ceder al humanitarismo!
¿De qué sirve una sensación si hay una razón externa para ella?

Sí, ser vago y limosnero, como yo soy
No es ser vago y limosnero, lo cual es ordinario:
Es estar aislado en el alma, y eso sí que es ser vago
Y tener que pedir a los días que pasen, y nos dejen, y eso sí que es ser limosnero.

Todo lo demás es estúpido como un Dostoievski o un Gorki.
Todo lo demás es tener hambre o no tener que vestir.
E, igualmente que eso suceda, le sucede a tanta gente
Que ni vale la pena tener pena de la gente a quien esto le sucede.

Soy un vago y limosnero probado, esto es, en el sentido translaticio,
Y me estoy revolviendo en una gran caridad por mí.
¡Pobre de Álvaro de Campos!
¡Tan aislado en la vida! ¡Tan deprimido en las sensaciones!
¡Pobre de él, hundido en la poltrona de su melancolía!
Pobre de él, que con lágrimas (auténticas) en los ojos,
Dió hoy, en un gesto amplio, liberal y moscovita,
Todo cuanto tenía, en el bolsillo en que tenía poco, a aquel
Pobre que no era pobre, que tenía ojos tristes por profesión.

¡Pobre de Álvaro de Campos, por quien nadie se interesa!
¡Pobre de él que tiene tanta pena de sí mismo!

¡Y, sí, pobre de él!
Más pobre de él que de muchos que son vagos y vagan,
Que son limosneros y limosnean,
Porque el alma humana es un abismo.

Yo sí que sé. ¡Pobre de él!

¡Qué bueno poder rebelarme en un comicio dentro de mi alma!
¡Pero hasta ni tonto soy!
Ni tengo la defensa de poder tener opiniones sociales.

No tengo, igualmente, ninguna defensa: soy lúcido.

No me quieran cambiar la convicción: soy lúcido.

Ya dije: soy lúcido.
Nada de estéticas con corazón: soy lúcido.
¡Mierda! Soy lúcido.

Álvaro de Campos
Traducción del portugués, Mario Bojórquez

Poemas de Fernando Pessoa




*

Sí, me miro frente a frente
Y conozco a quién yo soy,
Estoy loco, es evidente.
¿Pero cuál loco es que estoy?

¿Es por ser yo más poeta
que gente, que soy un loco?
¿O es por tener la completa
noción de que soy muy poco?

No sé, pero siento muerto
Ese ser vivo que aflora.
Un aborto nací, cierto
Salvo el tamaño y la hora.

03-04-31


*

Basta pensar en sentir
Para sentir en pensar.
Mi corazón a reír
Mi corazón a llorar.
Después de parar y andar
Después de quedarse e ir,
He de ser quien va a llegar
Para ser quien va a partir.

Vivir es no conseguir.

14-06-32

*

Si alguien toca un día a tu puerta,
Diciendo que es mi emisario.
No creas, ni aunque sea yo;
Que mi vanidoso orgullo no intentaría
Tocar siquiera la puerta irreal del cielo.

Pero si, naturalmente, y sin oír
A alguien tocar, la puerta fueras a abrir
Y encontraras alguien como a la espera
De tocar, medita un poco. Ese era
Mi emisario, y yo lo que intenta
Mi orgullo que desespera.
¡Abre a quién no llama a tu puerta!

05-09-34

*

Todo menos el tedio me da tedio.
Quiero sin tener sosiego sosegar.
Tomar la vida todos los días
Como un remedio,
De esos remedios que hay para tomar.

Tanto aspiré, tanto soñé que tanto
De tantos tantos me hizo nada en mí,
Mis manos quedaron frías
Sólo de aguardar el encanto
De aquel amor que las calentara al fin.

Frías, vacías,
Así.

06-09-34

Fernando Pessoa
Traducción del portugués, Mario Bojórquez