Friday, October 12, 2012

Là-bas, je ne sais où...




Víspera de viaje, campanilla...
¡No me sobreavisen estridentemente!

Quiero gozar el reposo de la gare del alma que tengo
Antes de ver avanzar hacia mí la llegada de fierro
Del tren definitivo,
Antes de sentir la partida verdadera en la boca del estómago,
Antes de poner un pie en el estribo
Que nunca aprendió a guardar su emoción cuando tuvo que partir.

Quiero, en éste momento, fumando en el andén de hoy,
Estar aún un poco asido a la vieja vida.
Vida inútil, que sería mejor dejar, ¿qué es una celda?
¿Qué importa? Todo el universo es una celda, y el estar preso no tiene que ver con el tamaño de la celda.
Me sabe a náusea inminente el cigarro. El tren ya salió de la otra estación...
Adiós, adiós, adiós, a toda la gente que no vino a despedirme,
Mi familia abstracta e imposible...
¡Adiós día de hoy, adiós andén de hoy, adiós vida, adiós vida!
Quedar como un paquete olvidado,
A la orilla de la sala de pasajeros del otro lado de la línea.
Ser encontrado por el guardia casual después de la partida-
"¿Y éste?, ¿entonces no hubo un tipo que olvidó esto aquí?"-

Quedar sólo pensando en partir
Quedar y tener razón,
Quedar y morir menos...

Voy hacia el futuro como a un examen difícil
¿Si el tren nunca llegara y Dios tuviera pena de mí?

Ya me veo en la estación hasta aquí simple metáfora.
Soy una persona perfectamente presentable.
Se ve -dicen- que he vivido en el extranjero.
Mis modales son de hombre educado, evidentemente.
Tomo la maleta, rechazando al mozo, como a un vicio vil.
Y la mano con que tomo la maleta me hace temblar y a ella también.

¡Partir!
Nunca volveré,
Nunca volveré porque nunca se vuelve.
El lugar al que se vuelve es siempre otro,
La gare a la que se vuelve es otra.
Ya no está la misma gente, ni la misma luz, ni la misma filosofía.

¡Partir! ¡Dios mío, partir! ¡Tengo miedo de partir!...

Álvaro de Campos
traducción del portugués, Mario Bojórquez

Thursday, October 11, 2012

Apostilla



APOSTILLA


¡Aprovechar el tiempo!
¿Pero qué es el tiempo para que yo lo aproveche?
¡Aprovechar el tiempo!
Ningún día sin líneas...
El trabajo honesto y superior
El trabajo a lo Virgilio, a lo Milton...
¡Pero es tan difícil ser honesto o superior!
¡Y tan poco probable ser Milton o ser Virgilio!

¡Aprovechar el tiempo!
Sacar del alma los pedazos precisos -ni más ni menos-
Para con ellos juntar los cubos ajustados
Que hacen marcas ciertas en la historia
(Y son ciertas también del lado de abajo que no se ve)...
Poner las sensaciones en castillo de cartas, pobre China de las fiestas,
Y los pensamientos en dominó igual contra igual,
Y la voluntad en carambola de tres bandas...
Imágenes de juegos o de solitarios o de pasatiempos-
Imágenes de la vida, imágenes de las vidas, imágenes de la vida.

Verbalismo...
Sí, verbalismo...
¡Aprovechar el tiempo!
No tener un minuto que el examen de conciencia desconozca...
No tener un acto indefinido ni facticio...
No tener un movimiento disconforme con los propósitos
Buenas maneras del alma...
Elegancia de persistir...

¡Aprovechar el tiempo!
Mi corazón está cansado como mendigo verdadero.
Mi cerebro está listo como un fardo puesto al lado.
Mi canto (¡verbalismo!) está tal como está y es triste.
¡Aprovechar el tiempo!
Desde que comencé a escribir pasaron cinco minutos.
¿Los aproveché o no?
Si no sé si los aproveché ¡¿Qué sabré de los otros minutos?!

(Pasajera que viajabas tantas veces en el mismo compartimento conmigo
En el tranvía suburbano,
¿Llegaste a interesarte por mí?
¿Aproveché el tiempo mirándote?
¿Cuál fue el ritmo de nuestro sosiego en el tranvía andante?
¿Cuál fue el entendimiento que no llegamos a tener?
¿Cuál fue la vida que hubo en esto? ¿qué fue esto para la vida?)

¡Aprovechar el tiempo!...
¡Ah, déjenme no aprovechar nada!
¡Ni tiempo, ni ser, ni memorias del tiempo o del ser!
Déjenme ser una hoja de árbol; titilada por brisas,
La polvareda de una carretera involuntaria y sola,
El surco dejado en la carretera por las ruedas en tanto no vienen otras,
El trompo del muchacho, que va parándose
Y oscila, en el mismo movimiento que el de la tierra,
Y estremece, en el mismo movimiento que el del alma,
Y cae, como caen los dioses, en el suelo del destino.

Álvaro de Campos
traducción del portugués, Mario Bojórquez